Residir en pisos del barrio o del pueblo mejora la calidad de vida de las personas con discapacidad intelectual
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285 personas con discapacidad intelectual y grandes necesidades de apoyo conviven en pisos de barrios y pueblos participando en la vida de la comunidad de personas que habitan cerca de sus casas. Esta forma de vivir conectada a las actividades sociales, culturales y deportivas que suceden en su entorno mejoran la calidad de vida de estas personas que antes vivía en residencias con mucha gente. Esta es una de las conclusiones de un estudio de la Universidad de Salamanca para conocer el impacto en las personas del proyecto "Mi Casa: una vida en comunidad".
Vinculado al desarrollo de políticas públicas que desarrollen un nuevo modelo de cuidados y apoyos para las personas más dependientes, nace en 2022 ‘Mi Casa: una vida en comunidad’, un proyecto liderado por Plena inclusión España que reúne evidencias sobre las mejoras en la calidad de vida y en los vínculos con su comunidad de cientos de personas con discapacidad intelectual y grandes necesidades de apoyo. Esta iniciativa del Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, que cuenta con la financiación de los fondos de la UE Next Generation, promueve un modelo de vivienda en barrios y pueblos como alternativa al modelo actual de grandes residencias en las que viven miles de personas en todo el país.
Un equipo del INICO, instituto dependiente de la Universidad de Salamanca especializado en estudios sobre discapacidad en ámbitos comunitarios, lleva meses investigando cómo el tránsito de un ámbito residencial a una vivienda en comunidad mejora las circunstancias objetivas de calidad de vida de las personas con discapacidad intelectual y grandes necesidades de apoyo.
Para Patricia Navas, investigadora del INICO, “la tendencia de esta evaluación habla de un notable impacto en la percepción de mejora de la calidad de vida para una gran mayoría de las 285 personas con discapacidad intelectual que participan en el proyecto”. Además, se intuye una reducción de los problemas de conducta de aquellas personas que los manifestaban antes de entrar en las viviendas en comunidad. También se destaca el aumento en la participación y el control que estas personas tienen sobre sus propias vidas respecto a: la elección de actividades de ocio en la comunidad, el modo en el que comparten la vida en casa, o la elección sobre cuestiones cotidianas: ropa, comida, etc.
El proyecto ‘Mi Casa’ finaliza en diciembre de 2024, momento en el que se compartirán los resultados definitivos logrados a partir de las investigaciones realizadas sobre aspectos como:
- Mejora en la calidad de vida de las personas con discapacidad intelectual que participan.
- Proceso de desinstitucionalización y vinculación con la comunidad.
- Soluciones innovadoras y nuevos perfiles profesionales de apoyo a personas con discapacidad intelectual y grandes necesidades de apoyo.
Para Sofía Reyes, coordinadora de Plena inclusión España del proyecto Mi Casa, las tendencias que ahora se presentan “se convertirán en evidencias, cuando tengamos resultados definitivos con los que validar la hipótesis que apunta a que las nuevas políticas públicas en el ámbito de los cuidados y apoyos deben dar respuestas más personalizadas y en conexión con la comunidad a las personas con discapacidad intelectual que han estado institucionalizadas”. Y añade: “necesitamos que el apoyo de las administraciones públicas (CCAA, Estado y ayuntamientos) se prolongue en el tiempo para que un nuevo modelo de servicios sociales sea posible”.
El próximo mes de octubre, Plena inclusión celebrará un encuentro estatal titulado ‘Menos barreras, más barrio’, en el que mostrará todos los resultados del proyecto ‘Mi Casa: una vida en comunidad’.
En este video, Patricia Navas que es investigadora del INICO y responsable de este estudio explica cómo se ha hecho paso a paso